En este año el carnaval gijonés presentó novedades y modificaciones interesantes en su desarrollo.
En el Carnaval del año 1893, celebrado en Gijón, los comentaristas de entonces consideraban las fiestas aplicando los tópicos de todos los años al decir:
"Si comparamos lo que fue en tiempo no lejano, tendremos que confesar, por lo que a nuestra villa se refiera, que el Carnaval está en completa decadencia".
Con estas o parecidas palabras los cronistas, año tras año, se lamentaban de lo decadente del Carnaval, tanto los de Gijón, Oviedo, Avilés, Sama y otras poblaciones asturianas y fuera de la región.
Y, todo ello, toda esa decadencia, era simplemente una ilusión. Era decir con otras palabras, aplicadas al Carnaval, aquello de que : Cualquier tiempo pasado fue mejor.
La razón de todo esto se encuentra en los gustos cambiantes de los carnavaleros, cada vez más jóvenes y los comentaristas, los mismos de siempre, más viejos. Y ya se sabe que sentir testarudamente admiración por los tiempos pasados es achaque frecuente en los viejos.
LO QUE HUBO Y LA AÑORANZA
Lo que añoraba el comentarista, aunque no lo manifieste, era las rondallas con buenas voces y afinados instrumentos que marchaban por las calles. Rondallas compuestas por jóvenes de distinguidas familias.
Y es que en los últimos cincuenta años se habían polarizado, quizá demasiado, las rondallas y grupos musicales, y aquella calidad exquisita más propia de salón que de calle se había esfumado.
No obstante, y a pesar de cuanto se decía, se registraron comparsas vestidas de caprichosos trajes; máscaras en carruajes y alguna de estas con una misión comercial, pues iban anunciando carreteras del Sol, es decir, una marca de hilos de coser, enrollados en carretes cuya marca registrada era El Sol.
Es muy posible que sea ésta, en 1893, la primera vez que en el Carnaval gijonés aparezcan patrocinadores comerciales. También hubo el tradicional Al higuí, tan extendido por toda España.
No faltaron los mascarones populares que ofrecían lo verdaderamente popular y que tenían mala fama por ser algunos de ellos procaces, por lo que a los de la buena sociedad irritaban, al menos en apariencia, pues iban a verlos para después criticarlos.
Claro está que algunos de estos mascarones tenían la fea costumbre de abrazar a las jóvenes y no tan jóvenes, acompañado el gesto de tocamientos deshonestos. Lo que es comprensible que esta conducta fuera reprobada.
No faltaron los bailes en las distintas sociedades culturales y recreativas, así como los famosos y populares bailes en Los Campos Elíseos.
Lo cierto es que no era para lamentarse y decir, así como así, que el Carnaval estaba en decadencia.
EL NUEVO ENTRETENIMIENTO DE MODA
Al mismo tiempo que el Carnaval se desarrollaba, aparecía un nuevo entretenimiento. Lo de nuevo es un decir. Es cierto que se puso de moda para gente bien, aunque antes existiera para la gente vulgar.
Es sabido que durante el Carnaval uno de los juegos a los que se dedicaban tanto la gente menuda como la grande era, o bien la decapitación, en sus distintas formas, de gallos, o bien el rito de fuego al gallo sujeto a una percha.
Pues bien, en el año de 1893, a este deporte tomaron tanto gusto los gijoneses que la poco conocida Sociedad de tiro de pichón y de conejo tomó para sí el cargo de organizar este festejo sangriento.
Hasta entonces las decapitaciones y tiros se instalaban por doquier en las arenas y dunas del principio de la calle de Ezcurdia, sin orden ni concierto, por hombres que con este juego deseaban ganar unos cuartos.
El cronista de entonces lo comunicaba así:
"Donde acudió bastante número de gente fue al ejercicio de tiro de gallo en la playa de San Lorenzo y a la antigua calle de la Muralla…, El tiro de pichón y de conejo, que fue este año uno de los principales entretenimientos, llevó a la calle Ezcurdia, donde se hallaba instalado, numerosos aficionados.
Y tal éxito tuvo este entretenimiento que el Domingo de Piñata hubieron de repetirlo, pues, como dijo el periodista que redactó la crónica del día:
"Parece que este juego está de moda, pues los empresarios han adquirido una pradería para establecer definitivamente el legítimo tiro de pichón".
Obsérvese la propiedad de la frase legítimo tiro de pichón referido al organizado y no al populachero y vulgar. El desprecio por las manifestaciones populares son claras.
Y concreta aún más al decir, el mismo reportero al día siguiente:
" La Sociedad de tiro de pichón y de conejo ha dispuesto para hoy (Domingo de Piñata) a las diez de la mañana, y en el sitio de costumbre, playa de San Lorenzo, en la calle de Ezcurdia, una sesión de tan entretenido ejercicio….
CONCLUSIONES
Yo no me atrevería a decir hoy si el Carnaval de entonces era más entretenido o no. Pero si puede asegurarse que muchos de los entretenidos juegos y deportes no se tolerarían hoy y , es más, se produciría una protesta pública a favor de los animales muertos a tiros.
Por último deberá recordar que tal novedad organizada fue ciertamente un éxito entonces y que en 1893 se introduce en la buena sociedad lo que antes era popular y vulgar.
Lo demuestra las cuestiones suscitadas debido a que los dueños de las huertas inmediatas en las que caían palomas muertas o se refugiaban conejos no permitían entrar en ellas a recogerlas.
Y es también en el Carnaval de 1893, cuando aparecen las primeras noticias de que algunas comparsas patrocinadas por casas comerciales anunciaban sus productos.
Luis Argüelles
Publicado en El Comercio
1 de febrero de 1993