9.03.2018

LA DIFUSIÓN DE LA GAITA EN ASTURIAS



Con frecuencia se oyó y se escucha que la gaita en Asturias, la de odre, se entiende, se halló y se encuentra extendida por toda la circunscripción administrativa o bien regional. Con ello quisieron decir, y aún dicen, que todos sus pueblos la tenían por propio instrumento tradicional desde tiempo inmemorial. Frase esta de "tiempo inmemorial" que enmascara, en ciertos casos, una realidad no averiguada, velando, con aquella expresión vulgar disimuladora, el poco esfuerzo que impidió buscar mejor los hechos.
Y no sólo es lícito, sino también honesto y aún obligatorio en estos menesteres, el disponer de un escepticismo inicial para no caer en la trampa de tomar por verídico lo que se oyó, comentó, rumoreó sin más pesquisa, y también lo que se escribió con acarreo de noticias, sin más, con pretexto de resumir un tema.


LA DIFUSIÓN DE LA GAITA EN ASTURIAS
por Luis Argüelles
artículo publicado en la prensa en octubre de 1981


Hallamos textos con generalizaciones que el lector advertido ha de tener en cuenta. Cuanto más si por fuentes se toman expresiones poéticas cuya exaltación, tal vez bellísima o feliz, se aparta enardecidamente de la verdad. Lo mismo podría decirse de cantares en cuyas copias obliga la rima y no la verdad, como puede colegirse de sus variantes, sin perjuicio de atisbar las ya de origen popular o ya culto, lo que es verdaderamente importante.
De igual manera, las manifestaciones plásticas no deben ser admitidas sonantes un examen previo y han de mostrar que son reflejo del uso en la región y no de ornato como obra de escuela o taller del artista de turno.

EL MITO DE LA ARCADIA FELIZ

El prejuicio del mito de "la edad de oro" como también el de una "Arcadia feliz" tan íntimamente unidos y de tan vieja tradición, pueden dar lugar a una visión equívoca de la realidad en la difusión de instrumentos músicos populares y atribuirlos precipitadamente a uso pastoril exclusivo desde un principio, cuando tal vez pueda haber otras interpretaciones menos literarias y poéticas.
Atribuir exclusivo origen pastoril a la gaita utrícular porque los pastores disponían de pellejas con mayor facilidad es un hallazgo aparentemente feliz. Pero la realidad es que también usaron del odre para viento los herreros; se utilizaron como flotadores individuales o en almadías; como recipientes de líquidos; también para la leche y obtención de manteca por pastores o agricultores poseedores de algún ganado; igualmente, como recipientes para sólidos, para granos y harinas, cuyos odres reciben en Asturias el nombre equívoco de fuelles. No se ha pensado con detenimiento en una de las industrias de ganancias pastoriles era facilitar pellejos a grupos sociales dedicados a otros menesteres.
Una acertad acción desenmascaradota de las "arcadias tan felices" como "ficticias o pictas", entre las muchas que trae Cervantes, tan poco reconocido como crítico de las "irrealidades sociales", viene perfectamente adecuada a propósito de nuestro objeto en el "coloquio de Cirprión y Berganza", que, como se recordará, juzga la realidad y la irrealidad de la vida entre pastores y sus instrumentos musicales. Y la escena es válida para esta parcela de nuestra cultura occidental. El mismo Cervantes había puesto por boca de un loco como Don Quijote, en su aventura con los cabreros, un exaltado discurso sobre la edad dorada. Y a cuyos textos, especialmente el primero mencionados, remito al lector en gracia a la brevedad.
Así pues, al estudiar el fenómeno de los instrumentos músicos populares no debe saciarse en las fuentes como imágenes irreales, movidas las unas por patriotismo, otras por el desprecio, esto es válido no solamente para lo literario, sino también para las artes plásticas.

ESTE PROBLEMA EN ASTURIAS

En cuanto a la difusión de la gaita utricular en lo que se dice Asturias, según "fronteras legales" en la actualidad, ficción jurídica de principios del pasado siglo, nos hallamos con la discrepancia notoria de la "opinión vulgar" y la "realidad popular".
La discrepancia ya había sido denunciada por el caraviense De Llano, que tomó notas en las primeras décadas de este siglo para su obra "Del folklore Asturiano". Pero tal parece que, a este respecto, nadie lo leyó con el debido detenimiento. El texto merece transcribirlo por entero. Dice así:

"El baile de gaita llamado fandango se usa mucho en los pueblos bajos, a lo largo de la costa… En los pueblos de las montañas no hay gaitas. En Ponga, a este instrumento lo llaman "gaita de ribera" y sube allá alguna vez un gaitero cuando lo contratan para tocar en las fiestas del pueblo".

Y De Llano tenía razón. Pocos le hicieron caso o maliciosamente lo ignoraron. Efectivamente, no hace tanto tiempo para que pueda hallarse testimonio de lo afirmado por don Aurelio.
El famoso gaitero José Remis Ovalle, natural del Tornín, en Cangas de Onís, me informó que recordaba cuando, siendo niño como de diez años, hacia 1920, lo de "gaita de ribera" que se decía para diferenciarla de la "gaita de rabil" y también para diferenciarla de "otras gaitas" que no tenían fuelles.
Ya nos vamos acercando a la verdad. Porque lo de "ribera" se entiende por los doblamientos no montañosos.
Aun así, debía de haber penuria de este instrumento "por la ribera" en tiempos idos, en comparación con la idea de abundancia que tenemos en la actualidad. Ejemplo del siglo XVI hay de su ausencia en Villaviciosa y otros pueblos cuando llegó el príncipe Carlos, al que en días sucesivos se festeja. El cronista del viaje, Laurent Vital, tan minucioso y amante del comadreo, no hace ni la mínima mención, cuando lo hace de otros instrumentos en su texto, y no pudiera pasársele desapercibido viniendo de tierras donde había gaita utricular.
Ya he demostrado en estas mismas páginas que en el siglo XVIII, en el mismo Gijón, pueblo de ribera, sólo había un gaitero llamado Francisco Marino, que no era pastor, sino molinero y que salía a ejercer este su oficio músico a otros concejos. Y así sucedía en muchos.

Otra anécdota curiosa, aún en 1927, padecida por Aurelio de Llano, hace notar que el gaitero que tocaba polkal u otros "bailes agarraos", en Lixou de Pesoz. No era pastor, sino el zapatero de Grandas de Salime.
Podrían buscarse más ejemplos. No parece, por otra parte, que los pastores -habrá excepciones- se entretuvieran con este instrumento.
La "Arcadia feliz" se nos desvanece como espejismo cada vez que ahondamos en el tema.
Parece, al menos como cuestión previa, que la gaita utricular no estaba tan difundida. Antes al contrario, da la impresión que más bien escaseaba. Y se verá aparte este punto.
De la misma forma podría sospecharse que la difusión generalizada y auge de este instrumento corresponde a tiempos recientes y fomentada por añadirle la consideración de símbolo para una región como "instrumento nacional asturiano", coincidiendo con danzas populares que el pueblo dejaba de bailar en las villas y dio como resultado la aparición de grupos folklóricos, o comparsas, como se decía , para mostrar ya en festivales nuestro folklore en la ciudad que hacía poco "había sido descubierto por los intelectuales" ante la sorpresa atónita de aldeanos, rurales y populares al saberse objeto de estudios folklóricos.
A todo esto podría añadirse sobre su difusión la observación de González Cobas en su "De musicología", que dice "Es lógico pensar que el origen de la gaita en Asturias sea el mismo que la gaita gallega. Es un fenómeno histórico-cultural común. Por esta misma causa apareció primero en Galicia, como puerta de estrado por el Noroeste de la Península.
Igualmente debe mencionarse la opinión de Caro Baroja en "Los pueblos del norte2, en cual afirma: "el área en que falta (el silbo) se halla ocupada por la dulzaina, que especi
almente se usa en las zonas más meridionales del territorio que nos interesa"(norte peninsular) y por la gaita, "tibia utricularis" con su pelleja, en Galicia y Asturias, hasta Gijón por lo menos".

LA DIFUSIÓN NO ES EL FOMENTO DE LA GAITA

De lo que viene a colegirse, en principio, salvo excepciones de las que se tratará, que si bien la gaita utricular se muestra escasa, se utilizaba en pueblos no montañosos y de ribera ordinariamente para fiestas, tanto religiosas como profanas, por tener el instrumento categoría para suprimir los de uso de menos calidad estimable. Por el contrario, en la montaña se utilizaba en ocasiones extraordinarias, como en contadas solemnidades religiosas y profanas, o bien en mixtos como bodas, que para ello eran llamados.
Esta diferencia de estima social en unos lugares frente a otros merece estudio aparte.
La opinión exaltada de una difusión total de la gaita es efecto de una imagen virtual, debida a cierta corruptela al usarla en casi todos los bailes en la actualidad abuso de que son responsables algunas maestros de danza que no cuidan ni reparan en añadirla, aunque falten a una popular tradición secular, a bailes en que por costumbre el pueblo no usa de ella.
Una cosa está clara: la difusión no es el fomento de tañedores de gaitas ni de bailes, ni otras muestras folklóricas.
Luis Argüelles
(director del Pueblo de Asturias)
[publicado en EL COMERCIO de Gijón el 10/10/1981

Las ilustraciones no aparecen en la publicación original.












       
                       

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